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Entre 1860 y 1952 vivió Lulu Hurst, una mujer enigmática más conocida como “El milagro de Georgia”. A los 22 años empezó a presentar un espectáculo excepcional nunca antes visto. Estados Unidos no tardó en rendirse a sus pies y ella se hizo rica.

Los espectadores asistían atónitos a las demostraciones de esta mujer. Decía poseer extraños poderes y utilizaba diversas pruebas para demostrarlo. Una de ellas consistía en hacer subir a varios hombres al escenario y pedir que entre todos ellos intentaran levantarla. Tras muchos esfuerzos, los voluntarios se veían obligados a admitir que era imposible, Lulu Hurst permanecía pegada al suelo como si una extraña fuerza la mantuviese “imantada”.

En otra demostración sujetaba un paraguas con su mano derecha por la parte superior, un miembro del público lo agarraba por el centro y, tras unos segundos, este pobre ayudante perdía el equilibrio y caía al suelo desconcertado ante el asombro generalizado de los demás testigos.

 

Causó un auténtico revuelo social. Los científicos hacían cola para estudiar los fenómenos producidos por esa mujer y los teatros se llenaban con cada una de sus presentaciones.

En 1897 dejó los escenarios y publicó una autobiografía donde, además de contar su vida, explicaba los trucos utilizados en sus pruebas. En realidad no tenía poderes especiales. Los efectos que producía se basaban en leyes físicas, sobre todo el efecto palanca y la redirección de las fuerzas. Era un simple espectáculo de ilusionismo.

Visto desde la distancia nos resulta fácilmente comprensible que, a finales del siglo XIX, Lulu Hurst se convirtiera  en un fenómeno social, que acaparase las portadas de los periódicos más importantes y que todo el mundo hablase de ella. Al fin y al cabo, en aquella época, no había Internet y la mayoría de la gente no tenía el nivel cultural que, hoy por hoy, cualquiera puede tener.

Sin embargo nos parece imposible que en nuestros días algo así pudiera tener la más mínima repercusión mediática ¡Gran error! Hace unos pocos años salieron al mercado las conocidas pulsera energéticas y, por supuesto, vendieron millones. Sus creadores aseguraban que llevando puesta una de ellas, te sentirías mejor, lleno de fuerza y tu cuerpo se convertiría en una máquina perfecta  ¡Y para demostrar su efectividad utilizaban trucos como los de Lulu Hurst! ¡Simples trampas! Aunque, eso sí, mucho menos desarrolladas que las de “El milagro de Georgia”. En este video se explican algunas (quizá el aspecto de sus protagonistas no inspire demasiada confianza pero no he encontrado un video mejor en castellano sobre el tema).

Si después de ver este video sigues creyendo en el poder de las Power Balance deberías también saber que mirar la pantalla del ordenador durante más de tres minutos produce cáncer de páncreas (en un 73% de los casos). Si no quieres que esto te ocurra tienes que salir a la calle durante el próximo año con una nuez ionizada en el bolsillo derecho de tu pantalón (si llevas falda ya estás muerta/o). En caso de que desconozcas dónde encontrar una nuez ionizada, no te preocupes. Yo puedo suministrártela  por el módico precio de 3000 euros.

Y aquí unos tipos haciendo una de las pruebas de Lulu Hurst.