Seleccionar página

Principios del siglo XX. El ya viejo teatro de los Maskelayne abría sus puertas una vez más para ofrecer otro espectáculo de ilusionismo al público ingles. En esta ocasión era Edward Victor quien se encargaría de sorprenderles. El veterano mago se había convertido con los años en un experto manipulador de objetos pequeños y sobre todo en un gran especialista en lo referido a la magia con naipes. Sin embargo, siguiendo las modas imperantes, había decidido incluir en su programa alguna gran ilusión. La elegida esta vez consistía en la desaparición de un burro dentro de una caja.

Todo el acto se estaba desarrollado con éxito, las casi trescientas personas que abarrotaban el teatro reían cuando tocaba reírse y se sorprendían cuando tenían que sorprenderse. Así que Edward Victor anunció triunfal el último número del espectáculo. Con un elegante movimiento de su mano hizo que un par de ayudantes trajeran al asno sobre las tablas del escenario.

El animal estaba nervioso, por lo que no fue fácil introducirle en la caja que habían preparado para su desaparición. Cuando por fin lo consiguieron, Victor cerró la puerta y tras un pase mágico volvió a abrir la caja para que los espectadores comprobaran el milagro. La sorpresa del mago fue mayúscula al ver que el burro seguía allí. Volvió a intentarlo. Resultó inútil, seguía allí. Un tercer intento tampoco sirvió para nada.
Incomprensiblemente el encargado de accionar el dispositivo secreto se había quedado dormido. Edward Victor miró al público, todos estaban expectantes, tras unos segundos de silencio dijo : “ Damas y caballeros, les he prometido que desaparecería un burro, así es que me voy yo mismo del escenario.”

Los magos fallamos, unos más que otros, pero todos convivimos con el peligro constante de que algo no vaya bien y nos deje desnudos ante un auditorio repleto. Gracias a Dios, el público sabe perdonar. Hay errores pequeños, que muchas veces ni los espectadores perciben, pero otros pueden llegar a ser letales. Incluso algunos han tenido consecuencias inesperadas.

Chung Ling Soo era mago, aunque no chino. En realidad se llamaba William Ellsworth Robinson y nació en el Brookling de 1861. En su juventud fue asistente de algunos de los grandes ilusionistas de aquella época. Esto le dotó de conocimientos suficientes para, años más tarde, montar su propio espectáculo. Eligió utilizar el personaje de chino en sus presentaciones, algo que no era extraño en esos días. Muchos ilusionistas se caracterizaban de orientales para realizar sus efectos.

Lo extravagancia de Chung Ling fue llevar su personaje a la vida real. Al acabar sus actuaciones seguía comportándose como un chino. Incluso llegó a utilizar un interprete para que tradujera todo lo que él decía al ingles, a pesar de que este era su idioma materno y de que no tenía ni idea de chino.

Uno de sus juegos favoritos consistía en pescar peces del aire. Lanzaba un anzuelo de su caña al patio de butacas y, tras unos segundos, aparecía en él un nervioso pez que se convulsionaba temeroso hasta que le metían en su pecera. La operación se repetía varias veces.

Otro de sus números estrella era el de la bala atrapada. Este legendario número, que se sigue realizando hoy en día, consistía en que una bala firmada se metía dentro de un rifle, después se disparaba al mago y este, utilizando sus misteriosas artes, conseguía
capturar la bala entre los dientes. Todos podían comprobar que la firma seguía en el proyectil, demostrando así la autenticidad del experimento.

Las cosas no funcionaron como debían el 23 de marzo de 1918. En el teatro londinense Wood Green Enpire, Ling se concentraba ante un imponente fusil. Todo estaba listo, sólo con una señal, su asistente dispararía una vez más sobre él y tendría que ingeniárselas para engañar a la muerte de nuevo. “Trabajo rutinario” pensaría.
El pistoletazo retumbó por toda la sala y el chino cayó al suelo. Todos pensaron que esa caída era parte del efecto así que el auditorio explotó en aplausos. Pero Chung Ling Soo estaba muerto, algo había salido mal, la bala atravesó su pecho.

¿ Un error o alguien saboteó el truco? Las investigaciones posteriores fueron emocionantes. El encargado de disparar tenía una aventura con la mujer del mago y este a su vez estaba enamorado de otra chica, pensaba dejar a su esposa esa misma semana. Como es natural las hipótesis de asesinato surgieron con rapidez, su cónyuge fue la principal sospechosa. Finalmente la policía no pudo demostrar nada y todo quedó como un accidente. Un terrible accidente.

Entre los miles de espectadores que algún día vieron en directo a Chung Ling Soo estaba Maurice Fogel, un joven que años más tarde decidió dedicarse a la magia. Los éxitos logrados por este mago fueron muchos. Incluso consiguió repetir el juego de la bala atrapada entre los dientes¡ pero con seis balas a la vez! Este efecto no le falló nunca, sin embargo, cuando ya era un famoso artista en Inglaterra, cometió uno de los errores más curiosos de la historia de la magia.

A principios de 1944 fue contratado para entretener a las tropas inglesas con su espectáculo de telepatía. Se acercó a un soldado y le pidió que pensara en cualquier cosa. Fogel, tras concentrarse un momento, le dijo: “Estás pensando en una fecha, una fecha importante para ti, el cinco de junio.” El miliciano aseguró que el mago estaba equivocado. En su mente sólo había un pensamiento, resulta que el pobre hombre se moría por volver a comer la tarta de manzana que hacía su madre. El resto de la actuación fue como la seda y a pasar de ese fallo, acabo siendo todo un éxito.

A la mañana siguiente se personaron en casa de Fogel varios altos mandos del ejército. Sólo querían saber por qué había hablado del 5 de junio, por qué había elegido esa fecha. Como buen mago se negó a explicar sus trucos ante profanos, así que durante tres días fue recluido por el MI5 ( Servicio secreto), investigaron todo sobre él, pero nada consiguieron.

El 5 de junio de 1944 iba a ser el inicio de la invasión de Europa, más conocido como el Día D o el desembarco de Normandía. Cuando Fogel hizo aquel espectáculo esa información era de alto secreto. Finalmente, la fecha se cambió al día 6. La versión oficial argumenta que el cambio se debió al mal tiempo…no sé, no sé.