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La sugestión es un acto comunicativo mediante el que una persona o entidad puede dirigir o modificar los pensamientos de otras personas. Es una poderosa arma utilizada por todos los ilusionistas, aunque muchos de ellos no lo saben. El tan mal llamado “efecto cometa”, donde los espectadores recuerdan haber visto un milagro mucho mayor del que en realidad hizo el mago, es un simple ejemplo de su efectividad.


Los conspiranoicos piensan que estamos bombardeados continuamente por sugestiones provenientes de los medios de comunicación y de alguna poderosa sociedad ultrasecreta que pretende controlar el mundo dirigida por Ruiz Mateos. Así explican nuestros absurdos deseos de ver el fútbol, cuando miles de niños africanos mueren de hambre (mientras ven el mismo partido por la televisión) o la irresistible tendencia de ponernos a la pata coja cuando llueve… a mí me pasa mucho.

Ciencia ficción aparte, es cierto que la sugestión está presente en el día a día de cualquiera de nosotros.

No pienses en el color azul.

¿Qué te ha venido a la mente? Posiblemente el color azul ¿Verdad? Este es un sencillo ejemplo de la llamada “sugestión negativa”, sobre la que tantas y tantas líneas se han escrito en estúpidos libros de autoayuda.

La palabra NO tiene un gran poder evocador y sugestivo, pero hay muchas más y también dibujos, gestos, sonidos e incluso temperaturas. Resulta imposible librarse, aun siendo conscientes de ello.

Te propongo a continuación un sencillo experimento para que puedas comprobar tu nivel de sugestionabilidad. No conozco el nombre de su creador, yo lo aprendí de un libro escrito por Ian Harling y Martín Nyrup, unos mentalistas que utilizan técnicas similares en sus espectáculos.

Necesitarás una naranja, un pequeño objeto sólido (puede valer un libro, un bolígrafo, un martillo, etc) y  por último usarás  un espejo, aunque también serviría un cristal.

Siéntate relajado, cierra los ojos y acaricia suavemente el espejo con la yema de tu dedo índice derecho. Repite esta acción varías veces y toma conciencia de cómo es esa sensación táctil, recuérdala.

Una vez te hayas acostumbrado a la situación, coge la naranja con tu mano izquierda, relájate y vuelve a acariciar de la misma forma el espejo. ¿Notas alguna variación? ¿Quizá ahora sientas el espejo más blando? ¿O pegajoso?

Suelta la naranja y coge el objeto sólido,  la sensación táctil del espejo volverá a cambiar. Es posible que NO notes estas variaciones en un primer intento, de hecho, para ser totalmente sinceros, cuando yo lo intenté NO conseguí nada, pero vale la pena intentarlo.

Ahora me voy, que está empezando a llover.